Di Antonio Moschella
Querido Rafa,
he decidido escribirte esta carta en castellano, tu lengua materna, sin miedo a algunas faltas ortográficas. Siendo un napolitano que vive en España tengo la ‘presunción’ de poder entender lo que estás viviendo ahora, en un lugar en el que las emociones vibran en todas las calles y dónde la victoria es muy dulce y la derrota profundamente amarga. Puedo imaginarme tu cara esbozando una sonrisa o cualquier mueca al pinchar a este link, mi única manera de tener un 'diálogo' contigo. Y aunque finalmente no leas esta carta, te escribo igual.
Me dirijo a ti pidiéndote de pasar por alto a todas estas polémicas estériles sobre tu gestión de equipo y vestuario. Sé que estás haciendo todo lo posible para mantener a flote un barco no muy sólido para poder aguantar el viento de la Serie A, las lluvias de la Europa League y la escarcha de la Coppa Italia. Me dirijo a ti pidiéndote que te quedes, porque tu presencia es el centro del núcleo de un Napoli nuevo e internacional que sólo con continuidad puede presumir de hacerse finalmente grande. Es verdad, no disponemos de las infraestructuras del Liverpool y el ambiente no es el ideal para trabajar pero sabes mejor que nadie que un triunfo en Nápoles vale más que en cualquier otro sitio. Entonces te ruego que te lo pienses, con calma, y que al menos contemples la opción de quedarte en mi ciudad un año más, para ver si se puede realmente abrir la veda para que este equipo sea lo que todos queremos.
Muchas personas ya te han dedicado muchísimas líneas en español, inglés e italiano. Por eso no pretendo que el fruto de los pensamientos improvisados dibujados por mis dedos a través de un teclado tenga más poder. Simplemente estoy buscando una manera de hacerte llegar al corazón la admiración que muchos de nosotros tenemos por ti, pase lo que pase. No voy a usar ningún imperativo, como dice el titular, pero te pido de verdad que hurgues en tu corazón y sientas cuánto este equipo y esta ciudad te necesitan y cuánto te pueden dar a cambio, pese a la lejanía de tu familia y a la mala leche de algún que otro ‘periodista’...
Algo parecido lo hizo mi amigo Sebastian, originario de Rosario, cuando dedicó su trabajo de doctorado a Marcelo Bielsa, su ídolo, que al enterarse se apresuró en llamarlo al teléfono para agradecerle. Tampoco pretendo que me llames, me basta con que leas lo que estoy escribiendo ahora mismo, aunque seguramente eso no pase y no porque a tí no te guste documentarte e informarte. Más bien porque trabajo no te falta, y lecturas menos.
Me tendrás que disculpar si he tenido los ‘huevos’ de hablarte de manera tan directa, pero la idea surgió así, de sopetón, y no tuve más remedio que desahogar escribiendo, como suelo hacer en mis noches de desvelos. Ayer fue una de ellas y no dudé en hacerlo. Podría escribir una infinidad de páginas pero me voy a detener aquí, para no marearte, siempre y cuando vayas a leer estas líneas. Eso sí, que sea sin prisa pero sin pausa, como te gusta a ti.